Autor: Luís Román Morillo G.
DESCRIPCIÓN:
Cuando
tenemos que abordar y hablar de una idea específica acerca de cualquier tópico,
y más aún, cuando la plasmamos en el
papel para mostrar o demostrar algo, tenemos y debemos hacerlo con pruebas
indubitables. Para abordar temas con
respecto a nuestra forma de vivir, debemos escudriñar la principal fuente de
conocimiento: la Palabra
de Dios. La Palabra es verdad porque es la esencia misma de
Dios. En Proverbios 8:7, dice: “Porque
mi boca hablará verdad, y la impiedad abominan mis labios”.
El mundo ha sido engañado durante siglos por
religiones idolátricas, porque éstas ofrecen muchas facilidades a todos sus
adeptos que, por ignorancia de la santa Palabra de Dios, se dejan influenciar
por las “tradiciones y la cultura” (Colosenses 2:8), y cada día se hunden más y
más en su ignorancia. El propósito de
Dios es, precisamente, rescatarnos de
“nuestra vana manera de vivir”.
Todo ídolo
es esencialmente inanimado, es decir, carente de vida. Antes de Cristo y hasta fines del siglo X de
nuestra era, a los ídolos se les conocía con el nombre de “dioses”. Pero, aprobada la canonización de hombres y
mujeres píos y no píos por parte del célebre Papa Juan XV, estos “dioses”
fueron reemplazados por otra clase de dioses, a los cuales se les llamó
“santos”. Este Papa hizo aprobar la
canonización de mártires cristianos en el 993 d.C.
Para mayor comprensión y conocimiento le quiero
presentar esta propuesta con la intención de que Ud. sea motivado a cumplir con
la ordenanza de escudriñar las Escrituras (Juan 5:39); y así, con la ayuda del
único Dios y de su Palabra, pueda Ud. descubrir, conocer y aclarar ideas con
respecto a este tema tan álgido y controversial: LA IDOLATRÍA.
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